Millonarios en fútbol

Profundamente emocional, el mundo futbolístico chileno, incluyendo a todos sus actores, parece siempre víctima de impresiones y arranques antes que de análisis y decisiones. Si el 53 la sola llegada de Robledo consigue que sus rivales renuncien al título, algo parecido sucede en 1955.

Palestino, ascendido en 1953 (con Luis Tirado en la banca), intenta de inmediato la formación de un gran equipo. Ya ese año contrata a Rubén Bravo, el rosarino de los registros de Racing, en una de las transacciones más cuantiosas del profesionalismo: cuatrocientos mil nacionales. Luego llega Osvaldo Pérez y más tarde el inolvidable Roberto Coll, el «Muñeco», uno de los más queridos jugadores argentinos que hayan pasado por Chile. Se forma la famosa ala Pérez-Coll. Luego llega Julio Baldovino, también de Racing. Pero no basta ante el arrollador Colo Colo de los Robledo. Y tampoco basta para el campeonato del 54 (Palestino remata a quince puntos del campeón), por lo que los tricolores deciden que el 55 es su año. Para encabezar la cruzada está Amador Yarur, inigualablemente entusiasta.

El movimiento informativo del receso es espectacular. Se habla de los «Millonarios» de Palestino, hasta circulan chistes al respecto, y se le atribuye la contratación de todas las luminarias del fútbol sudamericano. Son, en realidad, más las noticias que las contrataciones. Pero éstas son de calidad, principalmente el ala izquierda de Wanderers, que forman José Femández (el «Peta») y Guillermo Diaz. Pérez-Coll y Femández-Diaz, dos alas para volar a cualquiera altura.

Y sucede que después de todos los anuncios de bombásticas transferencias, se repite lo del 53: el campeonato pierde interés. los rivales resignan su opción y Palestino cuenta con eso, además de su formidable equipo (que llega a los 91 goles), para adjudicarse el
título con una ventaja inédita sobre el segundo: 9 puntos.

Es el campeonato de un equipo que hace decir: «Para muchos, es el mejor cuadro que ha participado en el fútbol chileno. Es mejor que la UC de José Manuel Moreno el 49 y más que el Colo Colo de Robledo el 53».

Es el campeonato de los goles del rosarino Juan Manuel López, de dos alas históricas, del patrón del área que es Rodolfo Almeida, que reverdece su éxito del 49 con Universidad Católica. Por sobre todo, es el campeonato del «Muñeco» Coll, talentoso, eficiente y querido: «Tiene la buena técnica de Robledo, la laboriosidad de Cremaschi, el sentido innato de fútbol de Sergio Espinoza, la inspiración instantánea de René Meléndez».

Fuente:
Centenario historia total del fútbol chileno: 1895-1995
Edgardo Marin, 1995.