Leonardo Valencia y Rodolfo Dubó: Charla alrededor de un sueño

36 años después, Palestino vuelve a la Copa Libertadores. Días antes del debut en la ida de la ronda de repechaje, ante Nacional de Montevideo, pasado y presente del equipo árabe conversaron en La Cisterna.

Leonardo Valencia y Rodolfo Dubó: Charla alrededor de un sueño

El sol del mediodía tiñe de amarillo el césped del Municipal de La Cisterna. La cancha está vacía, salvo por la presencia de algunas aves, y no sopla apenas el viento. El entrenamiento acaba de terminar y entre los integrantes del equipo de Palestino se respira un clima sereno, pero de tensa calma, como el que precede a las grandes batallas. “¡Aquí está!, Maracaná”, exclama en tono irónico Rodolfo Dubó, cuando empieza a vislumbrarse algo de luz al final del túnel de camarines. Hacía tiempo que el ex futbolista, otrora capitán del conjunto árabe, no saltaba al pasto de la que fuera su casa. Hoy ha venido a contar su historia, es decir, la historia de un equipo de leyenda. Quince minutos más tarde, aparece Leonardo Valencia, referente indiscutido del actual plantel tricolor, y entonces el círculo se cierra. Pasado y presente del club comienzan a dialogar sobre la cancha. La ocasión lo merece. 36 años ha tardado El Tino en volver a la Libertadores.

En tres ediciones del más prestigioso campeonato de clubes del continente -las de 1976, 1978 y 1979- tomó parte Palestino durante la que fue la verdadera década dorada del club. Su mejor participación fue la tercera de ellas. Con nombres propios como Manuel Araya, Elías Figueroa, Manuel Rojas, Rodolfo Dubó u Óscar Fabbiani, el equipo alcanzó las semifinales, claudicando en dicha instancia ante Olimpia de Paraguay, que terminó adjudicándose el torneo. “Teníamos un gran equipo. La sensación es que podríamos haber ganado, pero para ganarle a Olimpia allá necesitas al ejército, o a carabineros”, explica Dubó, mientras toma asiento en el camarín de La Cisterna.

Valencia lo observa con detenimiento, escuchando atentamente la narración del maestro. El volante de Peñaflor, admirador confeso de David Pizarro, no había nacido aún cuando la danza árabe del club santiaguino comenzaba a bailarse en Sudamérica, en aquellos ya lejanos años 70, pero sabe que de su dirección depende ahora que la sinfonía tricolor siga sonando como antes. Él es hoy el director de la orquesta de Palestino, el heredero de Dubó, el hombre en quien están depositadas todas las esperanzas. El primer objetivo: superar el repechaje ante Nacional de Montevideo. El primer duelo: el próximo jueves, a partir de las 19.45, en el estadio Santa Laura.

En un fantástico final de campeonato, el conjunto dirigido por Pablo Guede consiguió colarse en la Liguilla Pre-libertadores, sin hacer demasiado ruido. Practicando un fútbol tan vistoso como directo y alardeando de un estilo genuino. Huachipato, primero, y Santiago Wanderers, en la pelea decisiva por el último cupo, sucumbieron ante el huracán árabe, que se deshizo de ambos sin piedad, con marcadores globales de 6-1 y 9-2, sellando su participación en la Libertadores.

“Fueron pocos los que creyeron en nosotros, sólo la gente de acá, la institución que trajo un técnico nuevo con un esquema que no estábamos acostumbrados. Solamente teníamos la confianza de la dirigencia, y del cuerpo técnico que nos hizo creer en las cosas que él creía. Dimos una sorpresa por la instancia en que estamos, pero tampoco nos vamos a conformar con lo que hemos logrado, porque queremos meternos en el grupo y llegar lo más lejos que se pueda”. El que habla es Leo Valencia, contundente a la hora de evaluar el sacrificio realizado por el equipo.

Un equipo que poco tiene que ver con aquel que enamoró al fútbol en 1979, pero que conserva, sin embargo, algunas de las señas de identidad que hicieron grande a Palestino: “Yo creo que la esencia de Palestino sigue siendo la misma, la de un equipo más surtidor que comprador, que este año tiene un plantel muy joven. Al margen de que se trate de una buena generación, yo creo que la clave es la forma de jugar de Palestino, que irradia alegría. Este equipo y el del 79 se parecen mucho en eso, en que no pierden la alegría”, confiesa Rodolfo Dubó, quien compagina su labor de entrenador y formador en el club deportivo Juventud Aysén con las clases de deporte que imparte en la Escuela Militar.

La base de aquel conjunto que consiguió escribir la última página dorada de la historia del club coronándose campeón de la Copa Chile en el 75 y en el 77, y conquistando su segundo cetro nacional en el 78, la componían jugadores habituados a defender los colores de la selección nacional. Algo que no sucede en el caso de los futbolistas de la actual generación, que ven en la Copa Libertadores un fantástico escenario desde el que poder reclamar, con argumentos futbolísticos de peso, una oportunidad en el combinado adulto: “Si peleamos la Libertadores, tendremos más chances de tener una opción en la selección, porque participar en torneos internacionales siempre favorece el que puedas ser llamado”, asegura Valencia, quien al término del torneo Clausura desestimó la oferta de recalar en Universidad de Chile, club en el que se formó como jugador, para triunfar en las filas de Palestino: “Quiero quedar en la historia de Palestino, dejar mi huella en lo futbolístico. Por eso me quedé aquí, para pelear cosas importantes con Palestino”.

Una decisión que el propio Rodolfo Dubó, que llegó a vestir la polera de la U durante casi un lustro, califica de “muy acertada”: “La U fue un paso importante en mi carrera. Tenía ofertas de Colo Colo, la Católica y Cobreloa, que en esos años eran los mejores equipos, pero me fui a la U de Chile por su barra, por el entusiasmo que tenían y por lo que era la U, pero fue sólo un paso más. A todos nos gusta llegar a un equipo con mayor proyección, pero yo creo que la decisión de Leo (Valencia) de quedarse en Palestino fue muy sabia. Él es un jugador joven y hay momentos y momentos. En el fútbol uno a veces se deja llevar por dinero o porque se trata de un equipo grande, pero hay que ir quemando todas las etapas”.

Legado

Pero el pasado en las filas del conjunto laico no es lo único que tienen en común Dubó y Valencia, capitanes ambos del plantel árabe en sus respectivas épocas. “Es algo muy lindo que hoy en día un jugador joven llegue a ser el capitán de un equipo de Primera, porque es algo que no se ve mucho”, reconoce el mediocampista de 23 años, a propósito del orgullo de portar la jineta del conjunto tricolor. La posición sobre el césped es otro de los rasgos que comparten, si bien sus características de juego son casi antagónicas. Tal vez por eso Dubó, jugador con un perfil más defensivo, no duda en elogiar las virtudes de Valencia, a quien asegura que no le hubiera gustado tener que marcar cuando era profesional: “Es difícil marcarlo porque tiene el convencimiento de una pegada extraordinaria y mucha movilidad, pero si uno tuviera que marcarlo, tendría que hacerlo zonal. Es la única forma, porque uno lo sale a marcar al mediocampo y con la rapidez y habilidad que tiene, sería complicado. Lo que más me alegra es que sea de Palestino y no de un equipo rival”.

Una doble tarea tendrá, pues, el nuevo Palestino a partir del próximo jueves. Devolver a la hinchada baisana la ilusión de la Libertadores, y tratar de mejorar el desempeño de aquella generación de leyenda del certamen del 79. Una generación que, como explica Dubó, tuvo un papel importante en la regeneración del fútbol sudamericano. “Creo que fue sobre todo Caupolicán Peña quien se adelantó a su tiempo. Porque nosotros jugábamos con tres delanteros, los volantes se proyectaban mucho y eso era algo novedoso. Se jugaba con un solo seis y Palestino era un equipo que impresionaba mucho porque apretaba con seis o siete jugadores”, rememora el ex jugador, de 61 años.

Las expectativas generadas en torno al plantel dirigido por Pablo Guede son grandes, pero también lo son las exigencias que se le suponen a un equipo que lucha por derrotar a su propia historia. “Sabemos que Nacional tiene mucha jerarquía y jugadores de selección, pero el fútbol es de momentos y nosotros estamos en uno muy bueno”, argumenta Valencia, que no duda a la hora de resaltar también la responsabilidad que implica “representar a un pueblo que está sufriendo al otro lado del Mundo”, en clara alusión al estado de Palestina.

El techo

36 años después de su última y más exitosa participación en la Libertadores, el club de La Cisterna se encuentra de nuevo entre los mejores. Pero para ingresar en la historia, no basta solamente con llegar a la puerta. Hay que rebasarla. Leonardo Valencia prefiere mostrarse cauto, pero no así Dubó, que ya sabe lo que es alcanzar las semifinales en el máximo torneo continental y que asegura que “Palestino no tiene techo”.

“Sería una alegría tremenda que lograsen superar lo que hicimos nosotros. Espero que antes de morir pueda estar dando una vuelta olímpica con Palestino nuevamente. Es el sueño de alguien que ha estado siempre ligado a esta institución”, declara. Para conseguirlo -y Valencia lo sabe- el conjunto tricolor deberá contar con el apoyo de una hinchada, no tan numerosa como la de otros equipos, pero igual de importante: “Nuestra afición no es como la de la U o Colo Colo, que te llena el estadio. Nosotros tenemos nuestra gente, que no es tanta pero que nos está apoyando en cada momento”, asegura el ex futbolista de Deportes Melipilla, Unión La Calera y Santiago Wanderers.

El jueves, en el estadio de Santa Laura, Palestino recogerá el testigo de Palestino. El sueño de Dubó y compañía, que a punto estuvo de materializase, se convertirá en el sueño de Valencia y los suyos. Un sueño heredado: el de convertir al modesto conjunto árabe en potencia sudamericana del fútbol.